lunes, 16 de mayo de 2011

de los estados de ánimo...

Los días no siempre son buenos. Y con este nivel de intensidad, los días malos pueden ser muy malos.
Esto me recuerda a un poema de Benedetti, que dice algo como esto:

Unas veces me siento 

como pobre colina 
y otras como montaña 
de cumbres repetidas. 

Unas veces me siento 

como un acantilado 
y en otras como un cielo 
azul pero lejano. 

A veces uno es 

manantial entre rocas 
y otras veces un árbol 
con las últimas hojas. 
Pero hoy me siento apenas 
como laguna insomne 
con un embarcadero 
ya sin embarcaciones 
una laguna verde 
inmóvil y paciente 
conforme con sus algas 
sus musgos y sus peces, 
sereno en mi confianza 
confiando en que una tarde 
te acerques y te mires, 
te mires al mirarme.
Mario Benedetti
ESTADOS DE ANIMO


En mi búsqueda y en mi trabajo personal, he decidido aceptar cuando, sin remedio, estoy triste; cuando no me siento feliz ni felicidad en lo absoluto. Hoy es uno de esos días... en los que me siento como pobre colina o un árbol con sus últimas hojas...
Es uno de esos días  en los que nada  me parece mas bonito, ni canta mas alegre ningún ruiseñor. Intento sacar mi látigo de bolsillo, y martirizarme pensando que si tengo tantas cosas buenas en la vida, para que me entristezco, que si mi familia y yo estamos sanas y todo eso; y no me alcanza.
Guardo el látigo otra vez, y me decido a escribir como para aceptar, que estoy triste y que también tengo derecho.
A cansarme tengo derecho, a pelear contra la existencia y la inmensidad y lanzarle piedras al cielo y gritar que no es justo ´nojoda´! que no es justo!!!! sentarme en una esquina, echar mis cuantas lágrimas y quejarme sin remedio... también me da la gana de cansarme de esperar, de cansarme de buscar y de cansarme de confiar.
Quizás no sea de las opciones mas productivas, reconfortantes y positivas que se me hayan ocurrido, pero es lo que hay; hoy es lo que hay.
Espero el día en que me sienta conforme con mis algas, mis musgos y mis peces. Seguro es mañana, o la próxima semana. Seguro esta espera termina un día. Seguro tengo la solución en mis narices como quien busca los lentes y los tiene puestos (como la cita que uso Rafa en su comentario "Con frecuencia, algunos buscan la felicidad como se buscan los lentes cuando se tienen sobre la nariz". Gustavo Dorz). 
Es bastante probable que  haya ninguna solución, y asi es la vida y toca vivirla... Mientras sigo esperando que llegue mañana y que este dia también pase.
Eso me recuerda un cuento, de Jorge Bucay, que se llama el Rey Ciclotimico... aqui va un resumen:
Había una vez un rey muy poderoso que reinaba un país muy lejano. Era un buen rey. Pero el monarca tenía un problema: era un rey con dos personalidades.

Había días en que se levantaba exultante, eufórico, feliz. Ya desde la mañana, esos días aparecían como maravillosos. Los jardines de su palacio le parecían más bellos. Sus sirvientes, por algún extraño fenómeno, eran amables y eficientes esas mañanas. En el desayuno confirmaba que se fabricaban en su reino las mejores harinas y se cosechaban los mejores frutos.
Esos eran días en que el rey rebajaba los impuestos, repartía riquezas, concedía favores y legislaba por la paz y por el bienestar de los ancianos. Durante esos días, el rey accedía a todos los pedidos de sus súbditos y amigos.
Sin embargo, había también otros días..Eran días negros. Desde la mañana se daba cuenta de que hubiera preferido dormir un rato más. Pero cuando lo notaba ya era tarde y el sueño lo había abandonado. Por mucho esfuerzo que hacía, no podía comprender por qué sus sirvientes estaban de tan mal humor y ni siquiera lo atendían bien. Durante esos días, el rey pensaba en los compromisos contraídos en otros tiempos y se asustaba pensando en cómo cumplirlos. Esos eran los días en que el rey aumentaba los impuestos, incautaba tierras, apresaba opositores...
Temeroso del futuro y del presente, perseguido por los errores del pasado, en esos días legislaba contra su pueblo y su palabra más usada era NO.
Consciente de los problemas que estos cambios de humor le ocasionaban, el rey llamó a todos los sabios, magos y asesores de su reino a una reunión.
—Señores –les dijo— todos ustedes saben acerca de mis variaciones de ánimo. Todos se han beneficiado de mis euforias y han padecido mis enojos. Pero el que más padece soy yo mismo, que cada día estoy deshaciendo lo que hice en otro tiempo, cuando veía las cosas de otra manera.
Necesito de ustedes, señores, que trabajéis juntos para conseguir el remedio, sea brebaje o conjuro que me impida ser tan absurdamente optimista como para no ver los hechos y tan ridículamente pesimista como para oprimir y dañar a los que quiero.
Los sabios aceptaron el reto y durante semanas trabajaron en el problema del rey.
Sin embargo todas las alquimias, todos los hechizos y todas las hierbas no consiguieron encontrar la respuesta al asunto planteado.Entonces se presentaron ante el rey y le contaron su fracaso.
Esa noche el rey lloró. A la mañana siguiente, un extraño visitante le pidió audiencia..Era un misterioso hombre de tez oscura y raída túnica que alguna vez había sido blanca.
—Majestad –dijo el hombre con una reverencia—, del lugar de donde vengo se habla de tus males y de tu dolor. He venido a traerte el remedio. Y bajando la cabeza, acercó al rey una cajita de cuero.
El rey, entre sorprendido y esperanzado, la abrió y buscó dentro de la caja. Lo único que había era un anillo plateado.
—Gracias –dijo el rey entusiasmado— ¿es un anillo mágico?
—Por cierto lo es –respondió el viajero—, pero su magia no actúa sólo por llevarlo en tu dedo...
Todas las mañanas, apenas te levantes, deberás leer la inscripción que tiene el anillo. Y recordar esas palabras cada vez que veas el anillo en tu dedo.
El rey tomó el anillo y leyó en voz alta: Debes saber que ESTO también pasará.



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